miércoles, 12 de marzo de 2008

48, 9, 23, 11.... Biingooo!!!



Para mi bien o para mi mal, no soy una persona que se enajena con los juegos de azar, pero de vez en cuando es bueno distraerse, pensando en poder ganar en uno de esos juegos con tan bajas probabilidades. Digo, soñar no cuesta nada... pero que ganas con soñar? (dijera Chava Flores). La cita fue en el centro social de la UDLA a las 7:00 pm, pero tratándose de mí, me di permiso de llegar tarde. Después de del quinto cartón, finalmente pude grita BINGO!, entre quejas y abucheos de los envidiosos, recibí mi flamante premio: un juego de mesa "Adivina Quién", una libreta UDLA y la sonrisa de la "edecán" raparte-premios (ja).

Existen varias teorías sobre el origen del juego del bingo, algunas de ellas datándolo incluso en la época de los romanos. Aunque existe una que prevalece sobre todas las demás. Dicha teoría dice que el bingo proviene de un juego que se jugaba hacia el año 1530 en Italia. Aquel juego se llamaba “Lo Giocco del lotto d’Italia” (El juego de la lotería de Italia).

Paso el tiempo y el juego fue llevado a Francia, donde se empezaron a jugar con las reglas que perduran hoy en día. Se jugaba con cartones numerados y alguien leía los números que salían en voz alta. Este juego tuvo mucho éxito entre la clase noble de aquella época, y pronto se extendió por toda Europa. En algunos países europeos se utilizaba de forma didáctica, usándose como una forma divertida de enseñar a los niños.

La siguiente etapa en el desarrollo del juego consiste en que fue llevado a América. Allí el juego se solía jugar en ferias y festivales, y era conocido con el nombre de Beano. Los números se sacaban de una caja de tabaco, y los jugadores iban marcando con judías los números en sus cartones, hasta que alguien cubría todos los números existentes en su cartón y gritaba en voz alta ¡Beano!. Se cree que el nombre de Beano viene del uso de judías (beans en ingles) para tapar los números que ya habían salido.

Fue en 1929 cuando un fabricante de juguetes de Nueva York, Edwin S. Love, estando en una feria en Atlanta vio por primera vez a gente jugando al Beano. El juego le gustó bastante y empezó a jugar con sus amigos en Nueva York a su regreso. Allí, uno de ellos, con los nervios de haber conseguido marcar todos los números de su cartón grito ¡Bingo! En lugar de ¡Beano! A Edwin le gusto mas este nombre y así el antiguo nombre de Beano cambió por el que todos conocemos hoy en día de Bingo. El señor Love era un apasionado del juego del bingo, y tanto le gustaba, que le pidió a un profesor de matemáticas de la universidad de Columbia, que le crease un gran número de cartones de bingo diferentes para poder jugar. Se cuenta que dicho profesor creo más de 6.000 cartones diferentes, y se volvió loco después de eso.

El bingo estaba extendido por todo el mundo. Aunque el mayor desarrollo del juego del bingo fue cuando se empezó a jugar de manera solidaria, en las iglesias recaudando dinero para distintas obras sociales. Hoy en día el bingo se juega en casi todo el mundo, existiendo un par de versiones diferentes.

Wikipedia

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